erguida como una diosa pretérita,
con su ya eterna boca sonriente,
que un beso desde siempre amerita.
En cada gesto para mi un desafío,
en cada movimiento mi perdición,
cada mirada suya es como un garfio
que en mi alma causa un desgarrón.
Una criatura de una cercana tierra,
como una flor de origen celestial,
que mi corazón llama a la guerra,
derritiendo mi alma antaño glacial.
Una esperanza invade mi interior,
de un encuentro largamente soñado,
eco de una ambición muy superior,
la de convertirme en un ser amado.
Para una musa no tan olvidada
Tienes un alma hermosa.
ResponderEliminarDudo que realmente puedas pensar eso de mi...
ResponderEliminarNo lo dudes, es lo que he pensado sin pensar, que es lo más auténtico.
ResponderEliminarPensar sin pensar es contradictorio: sentir sin pensar es más apropiado.
ResponderEliminarTú me conoces, has tratado conmigo y sabes que mi alma no es hermosa.
La parte que escribe poesía sí lo es.
ResponderEliminar