sábado, marzo 17, 2007

Doce campanadas

Doce campanadas. Y tras cada campanada, la tristeza se clavaba más en mi corazón. Y tras cada campanada, una lagrima brotaba de mi alma, arrastrando la ceniza de lo que una vez fue una llama.
Tras las doce campanadas, ya no quedo nada.

2 comentarios:

  1. Tras las doce campanadas sigue inmutable el sonido del tic-tac.

    La vida continúa.

    ResponderEliminar
  2. Claro. Continúa hasta que se acaba. Nada es eterno, nada permanece.

    ResponderEliminar