Vi la noche triste porque tú lo estabas, la sentí así: mi mundo en pena porque tú así estabas, lo viví así. Y mi alma se fue apagando al compás de tus lagrima hermosas, mi corazón deteniéndose dejando sin vida mi cuerpo.
Vi la noche como aposento de tu dolor perpetuo, inagotable: la oscuridad dejó de ser hermosa para ser sólo fría, eterna. Tus ojos ya no brillaban, apagado su fuego en lagrimas; tu rostro no resplandecía por el dolor amargo, ahora vigente.
Y sufrí contigo, y me quedé contigo, y lloré contigo.
Para Berenice, hermosa incluso triste
No hay comentarios:
Publicar un comentario