domingo, julio 01, 2012

Desde mi ventana

Me gusta la tranquilidad que hay hoy: desde mi ventana abierta apenas si se escucha de lejos a la gente, apenas hay tráfico audible. El bullicio y tránsito acelerado de otros días parece ausente hoy. 
Todo está calmado, relajado, sereno: escuchas de fondo los sonidos de una ciudad, escuchas la vida nocturna, pero apenas se cruza directamente con la realidad de mi calle vacía, que sólo interrumpe su soledad por fugaces instantes, tímidos y breves...
Es verano, es una noche de fin de semana y dejo que el aire traiga las voces y los sonidos de una realidad cercana en lo físico, distante en los espiritual, al lugar que habito y al que no puedo llamar hogar.
Hay paz en la noche, pero no es una paz de cementerio: es una paz de ciudad viva, de calles pisoteadas, de voces risueñas. 
Mi ventana es la barrera a otra paz: la del sonido de hielos, el néctar embotellado, el cine olvidado, las lecturas malditas, las palabras no pronunciadas. La paz cobarde del que ha huido del mundo.

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