Han venido a visitarme extraños demonios:
vinieron a contarme insólitas elucubraciones
para que mi mente las sufra como tormento,
en oleadas agotadoras de miedos y espantos.
Se han quedado conmigo aquellos espectros,
los que más temo, ahora residen en mi alma,
agotando mi pecho en una batalla infernal:
nada bueno queda en el yermo de la derrota.
Ganan los diabólicos guerreros esta vez,
venciendo a mi ánima pusilánime y débil:
el conflicto es largo, quizás sea eterno,
para ser el castigo del que no puedo huir.
Resuenan los ecos de su celebración ahora,
grotescos e inhumanos en todos sus matices:
me persiguen, constantes, a cada instante
para recordarme la horrible humillación.
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