lunes, octubre 30, 2006

Una mañana de otoño

Estoy en pie, sobre una valla de un parque infantil vacío: son las 9:40 de la mañana. No hay mucho trasiego por la calle, pero espero pacientemente que vengan a recogerme: he ahí el motivo de la elección de mi posición. El parque está a apenas 4 metros de la carretera y hay sombra. El tiempo está loco: hace calor esta mañana, como estos últimos días de octubre.

Pasan pocas personas por la calle entre el parque y la carretera: la mayor parte apenas me prestan atención. La gente tiene prisa en sus quehaceres diarios. Ancianas con carritos de la compra, señoras apresuradas caminando en precario equilibrio sobre tacones inmoralmente altos, caballeros con el uniforme del fin de semana: su ya clásico chándal. Todos pasan ante mí, ignorándome o sin prestarme apenas atención: alguna mirada recelosa.

Sigo esperando unos minutos más, ya incómodo ante tanta luminosidad. Decido ponerme las gafas de sol: abro mi mochila, saco la funda y … escucho a una niña de unos 11 o 12 años que camina con su padre a menos de 4 metros de mi.

- Seguro que el gitano quiere vendernos gafas de sol.

¿Gitano? ¿Vendiendo gafas de sol? Miro a mi alrededor. No hay nadie más: sólo ellos, que pasan delante de mi apretando el paso, vista al frente.

El gitano por lo visto era yo, y mi gesto de sacar las gafas de sol el motivo de su creencia en que les iba a vender algo.

Puta niña maleducada. Y puto padre que cría a sus hijos con prejuicios.

2 comentarios:

  1. prejuicios????

    no, es que conocen a los gitanos y tu medio lo eres, asi que de que te quejas???

    por otra parte era más probable y todo que te dijeran lo del moro vendiendo gafas de sol... al fin y al cabo tb lo pareces jejeje

    (toy jodona eh?)

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  2. Estás jodona, si ... xDDD
    Ains ... con lo guapo que iba yo, con la camisa del Jeros ... xDDDDD

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