Inevitables los momentos de silencio: agazapados entre la algarabía de voces desatadas, entre el ruido cotidiano de la actividad circundante y prestos a saltar puntualmente
Inevitables y, sin embargo, necesarios: unos segundos de calma entre la tormenta del día a día, una pausa entre la vorágine atronadora del presente.
Inevitables y... ansiados: ¡saltad ya, momentos de silencio! ¡Bienvenidas sean la calma y la tranquilidad!
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