martes, diciembre 13, 2011

Fracasos a pequeña escala

Ayer fue un día complicado en el trabajo: tuve que lidiar con 7 incidencias en un día y con el fallo de una nueva funcionalidad no contemplada en la planificación inicial.
Siete incidencias son muchas para una persona, sobre todo cuando llegan todas en un mismo día: dos a primera hora, una un par de horas más tarde y, de golpe, cuatro un rato después.
Por supuesto, estoy curado de espanto, así que reaccioné: las tres primeras incidencias ya estaban corregidas e instaladas antes de atender las cuatro siguientes, sin quejas, sin esperas: ventajas de que fuesen en un entorno de pruebas.
Las cuatro siguientes, a investigar y a preguntar, como una mala mezcla de Shaggy y Colombo resolviendo un misterio. Por supuesto, en plenitud de facultades: el moqueo intensivo, el malestar general y el dolor de cabeza complementaban un cuadro desolador de la situación.
Y cuando ya creía que lo tenía todo resuelto y sólo me quedaban las comprobaciones rutinarias, me deciden cambiar una funcionalidad del proyecto de golpe: por supuesto me lo comunican con un "no funciona". Claro que no funciona, joder: no se pensó para eso.
Más de una hora secuestrado mirando expedientes X de una tecnología que inicialmente no se iba a usar: como ya he dicho muchas veces, yo ya no planifico, sólo reacciono ante lo que se les ocurra. Por eso suelo fallar ocasionalmente, y con más motivo cuando siento como la cabeza me martillea mientras apenas puedo respirar.
Y ayer fracasé en al menos una de las incidencias. Corregí algo en un sitio y fastidié lo mismo en otro: normal, sin tiempo, sin ayuda, ¿qué esperan? La tasa de errores sube: si el trabajo que yo hago ahora antes lo hacíamos una media de tres personas, lo raro es que no haya una megacagada diaria.
Hoy no me toca trabajar, así que estaba en la cama, aun durmiendo (es sorprendente la cantidad de horas de sueño que necesitas cuando estás enfermo), cuando el compañero que me releva me llama al teléfono:
- Aguilar, ¿qué hiciste ayer? Hoy no funciona la confirmación de pitoflautas en X: me ha llamado el director de tal cuál al móvil hace un rato.
- Pues justo ayer corregí una incidencia de pitoflautas en Y, pero extendí el proyecto a X e Y porque en X había otra incidencia de otra cosa.
- Pues la has cagado, tío. En X no van los pitoflautas. ¿A quién notificaste que ibas a instalar? 
- A nadie, no tuve tiempo físico para ello: me liberaron de los cambios de funcionalidad sólo con tiempo para anotar lo pendiente para hoy.
- Pues el director de tal cuál lo han avisado por procedimiento de urgencia. ¿Cómo devolvemos todo a la situación de ayer?

Se acabó mi día no laborable: a estar pendiente del teléfono todo el día. :-S

2 comentarios:

  1. Malo es que te cambien las cosas como les de la gana, pero que encima luego digan que es una mierda porque no va para algo que no estaba pensado.

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  2. Sí, no vale ningún análisis previo, ningún estudio inicial, ninguna planificación anticipada: es sólo reaccionar a cambios, cambios y más cambios.
    A veces pienso que no programo las pantallas o que no configuro los servidores: pienso que sólo los parcheo hasta la siguiente idea brillante de los que organizan, que tiene la manía de decir "sí a todo" cuando hablan con los usuarios. :-S

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