Otra noche más

Ya es de noche. No es una hora excesivamente tardía, pero ya es de noche. El otoño está mostrando su signo más visible, que es la oscuridad: esta sólo acentúa el carácter sombrío y decadente de un barrio en semiabandono, donde la multiculturalidad es la norma vigente, aliñando la noche con extrañas palabras en lenguas extranjeras.

Si no estuviésemos tan lejos del mar, pensaría en la decadencia de Innsmouth o incluso el deje abandonado de Arkham. ¿Dunwich tal vez? Lo dudo: Leganés es demasiado populoso, demasiado ajetreado.

Empiezo a comprender al Lovecraft que pisó Nueva York en un momento en que, casualmente, la ciudad estaba agotando una de sus últimas grandes oleadas migratorias: un mundo extraño en el que lo clásico y lo exótico se mezclan sin orden, sin concierto, desatando el miedo primordial de lo alienígena en su acepción más terrestre.