miércoles, diciembre 23, 2009

Asalto anfibio o de la lluvia y mis percances

Salí a las 6:40 del portal de mi casa viendo la intensa lluvia encharcar la calle, pero no me preocupó: siempre llevo calzado impermeable y además contaba con un paraguas compacto, que apenas uso normalmente, ya que también soy de los que disfruta cuando caen unas gotas...
Por la intensidad de la lluvia opté por usar el paraguas y ahí comenzó la aventura: el paraguas resultó tener un despegue en dos fases como, desgraciadamente, pude comprobar al abrirlo y desplegarlo. La primera fase consistió en la separación de la parte de tela con las varillas metálicas y la segunda en el despegue del muelle del tubo: fue una escena hermosa, poética, que me hizo recordar a los cohetes de la NASA en sus lanzamientos.
Después de recoger los restos del paraguas y depositarlos como pude en una papelera tras una intensa lucha contra unas varillas que optaban por no cerrarse, decidí por ir corriendo a la estación de Cercanías de RENFE, ya que los trenes no me esperan y había de emplear dos combinaciones muy exactas para alcanzar mi destino.
Caminé con paso decidido hacia la estación mientras mi pelo largo se empapaba de agua helada. Preocupado sobre las posibilidades a corto plazo de secarme el pelo alcancé el paso de peatones que da acceso a la estación de Cercanías de RENFE: he de relatar que, si bien hay muchos pasos de peatones con badenes, este no, ya que han optado por un elegante desnivel que lo convierte en un piscina en cuanto caen dos gotas. Vadeé como pude el paso, rezando para que ningún coche me lanzara litros de agua a su paso por ese foso de negras aguas y alcancé la estación de ferrocarril.
Dada la vertiginosa velocidad de mi paso bajo la lluvia llegué antes de lo previsto, así que cogí un tren de la línea C-5 inmediatamente, llegando con casi 10 minutos de antelación sobre lo habitual para el trasbordo a la línea C-4 . Sólo que no fueron 10 minutos... fueron más de 15 minutos: el tren de la C-4 llegó retrasado. Esta estación no es subterranea, sino en superficie, apenas cubiertos los andenes por un tejadillo de chapa: me he helado esperando.
No había vuelto a mi casa para coger otro paraguas por no perder un tren que llegó con retraso y que además llegó con el tiempo justo a su destino para que pudiese coger el autobús habitual (si no lo cojo me toca esperar media hora más al siguiente).
Cuando he alcanzado la oficina parecía un hombre rana: al preguntarme los compañeros por qué estaba empapado y si no había usado el paraguas, opté por una respuesta elegante y no mandarles a la mierda, cosa poco habitual en mi.
He dicho que he estado realizando operaciones anfibias de desembarco y ocupación de una cabeza de playa porque me quedaban créditos para convalidar del servicio militar.

6 comentarios:

  1. Tienes que llevar gorro o capucha!!

    Eso es lo que hago yo, que detesto los paragüas: casi todos los abrigos tienen capucha y si no, gorro que te crió. Parecerá que no, pero protegen que da gusto.

    Feliz Navidad!

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  2. ¡Ey! ¿Has sido capaz de leer la entrada entera? Me ha salido muy densa...
    He estado pensando en lo que comentas mientras viajaba en el tren: un sombrero ancho e impermeable, como los que usan los rangers estadounidenses o las tropas israelís, que plegado cabe fácilmente en un bolsillo del abrigo. Parece una buena idea, la verdad...

    ¡Feliz Ofensiva del Turrón!

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  3. Entonces córtate el pelo, así pasarás menos verguenza aun.
    Una entrada muy densa :P

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  4. ¡No me pienso cortar el pelo! Todo lo que me tapa la cara me favorece, así que nada de cortarme el pelo o afeitarme la barba: ¡se habrá visto semejante idea!

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  5. Pero piensa en lo complacidos que habrán quedado el Gran Cthulhu y los Profundos.

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  6. No sé cómo quedarían de complacidos... pero hoy no he querido acercarme al foso de peatones a honrarles...

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