lunes, enero 05, 2009

Declive museril

Mueren las musas sin sucesión, lapidadas por el implacable desgaste, el ahínco destructivo de mis palabras: mueren las musas sin perdón alguno, ejecutadas por la crueldad insaciable de mis versos sin rima, sin cadencia.
Muertas las musas, mueren los poemas, pues ya no vienen de ningún sitio, ya no alcanzarán ningún lugar: quietos en ese limbo que los ve morir antes de nacer. Allí estarán esos poemas sin futuro ni pasado, sin existir aun.
Muertas las musas y los poemas, ¿dónde encontraran mis palabras hogar, refugio y reposo? ¿Quién sabe a donde irán a bailar esas letras angustiadas en busca del jolgorio de su unión?
Saltando como duendecillos los versos se escapan, huyendo a ese limbo que no los verá nacer ni morir, condensándose en su no existencia: huid, huid, escapad de mi, de la cárcel de mis textos.
Se acaban las palabras sobre musas y sus encantos, sobre sentimientos y nostalgias, se acaban alegrías y tristezas, deseos y satisfacciones: ahora me toca a mi, es mi hora, mi momento y mi lugar.
¿Deprimente? Si.

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