lunes, abril 02, 2007

Una pesadilla



Dormía, cuando algo sobresaltó mi sueño. Desperté, agitado, confuso, sufriendo las convulsiones de una vuelta a la consciencia súbita. Supuse que había tenido un mal sueño y me levanté de la cama. Siempre me ayuda tomar el aire después de una de mis pesadillas.
Caminé, aún inquieto, hacia el balcón, asombrado por la luminosidad que había. Podía ver todo perfectamente. Pensé que había dormido hasta muy tarde y que la mañana ya había empezado, atrapando con sus luces todo lo que me rodeaba. Caminé hacia el balcón en ese estado en el que la somnolencia se debate frente a la plena lucidez, agotando sus últimos coletazos.
Abrí la puerta, salí al balcón, notando la diferencia de temperatura. Notando el aire. O mejor dicho, no notando nada. Nada. Donde esperaba el choque entre interior y exterior no sucedió nada. Quietud. Y lo extraño.
Lo extraño me sacudió tras la quietud. Me inundó de un profundo temor que acabó convirtiéndose en horror. Y grité, grité en mi sueño que no era sueño: era una pesadilla.
Porque lo que mis ojos contemplaron desde el balcón no fueron las familiares siluetas de los edificios de mi ciudad. No fueron los bloques de apartamentos de varias plantas. No. No vieron calles ordenadas y amplias avenidas. No.
Todo lo que mis ojos pudieron hacer fue echar un vistazo fugaz. Y vino el grito. Grité, grité en mi sueño y el grito me devolvió a las tierras de las consciencia. Pero la imagen no se fue de mi mente. Aun ahora me atormenta. Aun ahora me persigue cuando cierro los ojos. Y tengo miedo, miedo de verdad.
Porque lo que vi no fue, porque lo que vi no es, pero lo que vi tal vez será. Porque lo que vi fueron casas blancas, con azoteas, hasta donde la vista alcanzaba, separándose a veces en un tortuoso laberinto de callejas. Y vi, salpicando las alturas, una innumerable legión de minaretes... constatando que mi mundo había muerto, que era de una época pasada.

8 comentarios:

  1. Demasiado frío en invierno para que eso ocurra. Más bien por el Mediterráneo, no sé, quizá.

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  2. ¡Eh! Ni que esto fuera Rusia. ;-)
    Hay inviernos en los que a veces no llegamos a estar bajo cero y todo. Ja,ja,ja.

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  3. ¿El muecín llamaba a la oración? Quizá fue una reminiscencia remota, de tus ancestros mahometanos, y de su vida en la tierra prometida de Al-Andalus. Todavía corre sangre bereber por tus venas, jaja.

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  4. Hola, Rafa (me ha costado darme cuenta de quién eras):

    ¡El almuédano llamando a la oración! Pues es cierto. No recuerdo sonido. Sólo imágenes.
    Uhm ... no sé: no creo en la memoria genética. Suena mucho a programa de Iker Jiménez. Aunque he tenido algún sueño extraño antes ... :S
    Mis ancestros ... demasiada mezcla de sangre en mi. Creo que me habrá tocado un poquito de todo lo malo. Ja,ja,ja.

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  5. Cerrajero: a veces asusta hablar de estos temas. Sobre todo cuando se es consciente de que los primeros en caer seremos Israel y nosotros: estamos en territorio ganado al Islam, fronterizo además.
    Ellos son más fuertes cada día y nosotros más débiles y cobardes. Mucho ha de cambiar nuestra sociedad para que podamos hacer algo al respecto.

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  6. Nuestros ojos no lo verán pero se va a producir una lenta y silenciosa "reconquista invertida", con politicuchos analfabetos, pusilánimes, anticlericales, antiamericanos, pro-islam, y un imperio mediático afín, la morisma tiene mucho terreno ganado. La historia se puede volver a repetir: Ya Tarik en el 711 contó con el apoyo de nobles visigodos, y gracias a las disputas y crisis internas tomó España en un abrir y cerrar de ojos. Cuidadín.

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  7. Si ya lo sé: me encuentro sumamente familiarizado con los acontecimientos.
    Un ejército visigodo dividido, nobles traidores, árabes ambiciosos, una población local que pasaba de todo (los hispanorromanos no se sentían identificados con los godos), unos vascones aterrorizando el norte de Hispania (como no ... cabrones oportunos). La semilla de la caída. Y si, parece que el país no ha cambiado mucho.

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