- Una alucinación - respondí.
- ¿Qué quieres ser? - me repitió.
- Un sueño - contesté.
- ¿Qué quieres ser? - insistió
- Irreal - afirmé.
- ¿Qué quieres ser? - atacó de nuevo la voz.
- Quiero ser yo - y callé.
No volví a saber de la voz. No me importó. Me dió igual. Nada me irritaba más que esa pregunta una y otra vez. Esa voz. Porque las voces de las muertos a veces son demasiado molestas, y nos preguntan cosas que en vida no les acertamos a decir.
Ein?
ResponderEliminarUhm ... dices "Ein?" de una forma tan convincente que advierto cierto desconcierto provocado por la lectura de mi entrada. :-P
ResponderEliminar...Quiero convertirme en un color y que traten de analizarme sin descubrirme jamas...
ResponderEliminarEso tiene una pega: ¿qué es un color sin que nadie lo aprecie? Si no te descubren, no te aprecian. Un color que no se aprecia es un color desperdiciado.
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